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domingo, 11 de noviembre de 2012

La reforma de las relaciones laborales II: los sindicatos

En la entrada anterior analicé la reforma de las relaciones laborales desde el punto de vista de la relación empresario-trabajador. Ahora quiero hablar de las funciones de los sindicatos en pleno siglo XXI.

Es un hecho histórico constatable que el movimiento sindical a lo largo del siglo XX ha conseguido derechos indiscutibles (hasta ahora) para los trabajadores. La importancia de un sindicato como garante de los derechos de los trabajadores estaba tan impregnada en la sociedad que incluso durante el franquismo existía el sindicato vertical.

Entonces, ¿porqué se han desprestigiado tanto en las últimas décadas?. Creo que ha sido porque han perdido la esencia de sus orígenes. Algunos piensan que deben modernizarse. Yo entiendo que deben volver a sus orígenes adaptándose a los nuevos tiempos.

Debería reducirse considerablemente los liberados sindicales. El representante sindical debe estar en contacto con la realidad laboral por lo que debe estar trabajando. Por supuesto que debe tener una protección especial para evitar represalias por parte del empresario sobre todo en materia de despidos. Los liberados sindicales se deberían centrar únicamente a la asesoría jurídica.
Las centrales sindicales deberían ser sectoriales (metalurgia, servicios, agricultura, educación, sanidad…) Las grandes centrales sindicales como UGT o CCOO pueden defender medidas que sean favorables  a un sector y perjudiciales a otros. Es cierto que hay derechos comunes a todos los trabajadores, pero también que hay situaciones específicas  para determinados sectores de la economía.

Los sindicatos deberían financiarse con las cuotas de los sindicados o por donaciones de particulares. Las subvenciones que recibe del Estado hacen que actúen como “vendidos” al Gobierno de turno, especialmente si es de “tendencia de izquierdas”. No se le puede hacer mucho daño a quien te da de comer.
Mención especial tengo que hacer a las subvenciones para la formación que reciben tanto los sindicatos como las asociaciones patronales. Se han convertido en una forma de financiación encubierta de estos organismos. Además se han convertido en empresarios y, como tales, están copiando lo mismo que denuncian de ellos como, por ejemplo, ERE con 20 días de indemnización y un límite de 12 mensualidades. Durante la próxima huelga general podrían hacerse huelga a ellos mismos. El Estado y las Comunidades Autónomas tienen instrumentos suficientes para impartir esa formación con sus propios medios y de calidad, tanto la formación reglada (ciclos formativos) como la formación para el empleo (cursos para desempleados y para trabajadores) a través de los Centros Integrados de Formación Profesional. ¿Por qué están tardando tanto en implantarlos en Castilla-La Mancha? ¿Acaso recibirán presiones? No lo creo…

En definitiva, los sindicatos, si quieren recuperar la confianza de los trabajadores, deben trabajar (literalmente hablando) junto con los trabajadores que defienden para saber de primera mano los problemas que tienen. Deben autogestionarse y depender económicamente lo menos posible de las Administraciones Públicas para poder exigir con plena libertad una política de defensa de los trabajadores a todos los gobiernos, cualquiera que sea su color.


2 comentarios:

Carlos dijo...

Me parecen interesantes las reflexiones que haces sobre las relaciones laborales. Mi pregunta es ¿cuál es el modelo sindical que existe en otros países, especialmente en el norte de Europa, y cómo es la relación trabajador-empresario en términos económicos y contractuales? Quizás un análisis estructural de fondo nos ayude a encontrar soluciones a la crisis actual, más allá de la cuestión financiera, que parece ser que ahora es la única que interesa.
Saludos

Anónimo dijo...

Coincido plenamente con tus opiniones desde mi experiencia como trabajador en el sector público desde hace 20 años. Los sindicatos (el mío es de carácter profesional, no es de clase) han perdido toda autoridad moral para defender los intereses de los trabajadores frente a unas estructuras de poder y control ¡de las que ahora dependen económicamente para poder subsistir!El sindicato del s.XXI ha de ser independiente, empezando por su financiación, o acabará siendo (lo es prácticamente ya) una empresa de servicios lejos de la función reivindicativa y protectora de unas condiciones dignas para los trabajadores.
Enhorabuena por tu blog, Salva!
A. Yagüe.

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