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lunes, 27 de mayo de 2013

A nadie le interesa la reforma educativa

Sé que en la última entrada me había comprometido a tratar temas más lúdicos pensando en el buen tiempo que venía. Pero, entre que estamos como si hubiese vuelto el invierno y que el pasado 17 de mayo el gobierno aprobó el proyecto de ley orgánica de mejora de la calidad educativa, no me puedo resistir a comentar mis impresiones sobre las declaraciones de los representantes políticos a este proyecto.

A nadie le interesa la reforma de la educación. Ni al gobierno ni a la oposición. Llego a esta conclusión por varios motivos que intentaré explicar. Primero por intereses políticos. Hay que marcar distancias con el contrario. Tal y como está diseñada la política económica en Europa no existen muchos campos donde poder diferenciar las políticas de derechas y las de izquierdas, por eso hay que acudir a aquellos asuntos que pueden crear polémica y la azuzo como puede ser el aborto y, como no, la educación. “Me opongo a cualquier propuesta del otro”, pero no después de hacer un análisis exhaustivo de la misma sino porque es la manera que tengo de marcar territorio. Como es posible, si no, que las mayores críticas vengan por la enseñanza en castellano en las comunidades autónomas con lengua cooficial o porque se va evaluar la asignatura de religión como otra cualquiera. Con todos los respetos a los territorios con lengua propia, no podemos focalizar todo en un problema que, por muy grave que pueda ser, solamente afecta a 7.500.000 de habitantes en Cataluña o a 2.180.000 en el País Vasco. ¿Qué pasa con el resto de la población hasta llegar a los 46.800.000 que tiene España? Y, en cuanto a la asignatura de religión, lo que no tiene lógica es que una asignatura que se da en un centro de enseñanza no se evalúe como una plástica, una música o cualquier otra.

Tampoco por parte del gobierno hay mucho interés en un debate profundo sobre la reforma. Mi primera crítica está en el nombre de la ley “mejora de la calidad educativa”. ¿Cómo se puede introducir el concepto de “mejora” y de “calidad” en el título de una norma? Me recuerda a los padres que dicen: “tengo poco tiempo para dedicarle a mis hijos, pero es de calidad”. ¡Toma ya! Que pasa, ¿qué si yo le dedico más tiempo a los míos no es de calidad?. Cuando se ponga en práctica la ley veremos si ha mejorado o no la calidad educativa. Otro aspecto de la ley que ha querido destacar el gobierno es que los alumnos van a tener una hora diaria de “actividad física”. Aquí cada vez que hay algo que mejorar se soluciona con una hora más de clase. Siguiendo con el símil anterior, es como cuando se habla de “paternidad responsable” dependiendo del número de hijos que se tiene. Ya me gustaría a mí que mi responsabilidad como padre dependiera de los hijos que tuviese, tendría el número justo y sería el mejor padre del mundo. Lo que no nos dicen es a costa de que otra asignatura. Porque me imagino que no variarán las horas de clase diarias de los alumnos, sino van a acabar con 12 horas al día a este paso.
 

La reforma trae otras cosas como temporalidad de las asignaturas por curso, criterios de promoción y titulación, pruebas externas al finalizar las etapas, un 4º de la ESO nuevo… pero de esto ni un comentario, nada de nada ¿No lo han leído, les parece bien o no tienen criterio? Dicen que van a presentar un recurso de inconstitucionalidad pero no dicen por qué ni sobre qué. Creo que ni ellos mismos lo saben.

El problema es que la casa la han empezado por el tejado: los criterios de evaluación, cuando no se ha planteado “NADIE” que es lo que hay que enseñar y cuando. A veces lees de alguien importante las mismas reflexiones que tú te planteas. Es lo que me ha pasado con José Antonio Marina (Toledo, 1939) el filósofo y profesor de secundaria que en el diario “El Mundo” escribía el día 19 de mayo que para afrontar una reforma de la educación hay que hacerse primero tres preguntas: ¿qué hay que enseñar?, ¿cómo se enseña? y ¿quién y dónde?. Por eso ha abierto un foro para profesionales para contestar estas preguntas empezando por la historia. Como profesor es lo que me pregunto todos los cursos. Esto es lo que dicen que tengo que dar, ¿qué es lo más importante?, ¿de cuánto tiempo dispongo?, ¿cuáles son los medios? y ¿cómo lo voy a dar?. Pero, en general, no se ha abierto este debate entre los políticos, por ejemplo: ¿qué se va enseñar de matemáticas?, ¿en qué nivel?, ¿de qué manera?. Otro análisis interesante y que, por lo menos, puede llevar a la reflexión e incluso a la crítica, lo he leído en el blog de Carlos Martínez Gorriarán (San Sebastián, 1959) profesor de la Universidad del País Vasco en su entrada: “La LOMCE: inmovilismo político y oportunidad perdida para laeducación”.

En definitiva, al final la calidad de la educación está en manos de los actores que la llevamos a cabo: los profesores y los padres. Cada uno en nuestro ámbito debemos actuar. Con profesionalidad los profesores, con cariño los padres y con responsabilidad y firmeza todos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uff! Hasta hace poco los temas más polémicos e irresolubles eran Dios, el sexo y la muerte... añadamos un cuarto tema: la educación.
El hombre nace, crece educándose, se reproduce(sexo de nuevo) y muere. Y Dios lo bendice. El círculo sinfín perfecto... e irresoluble...

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